El hombre que se jugó la vida, por salvar la Alhambra


5 octubre 2016- José Gracia, en el siglo XIX, consiguió salvar de su destrucción los famosos Palaccios Nazaríes, gracias a su pericia y por supuesto, a su valor







 

Existe un periodo histórico de España que los propios españoles tienden a olvidar. Dicho periodo es a su vez el que da origen a los recelos que existen históricamente entre los españoles y los franceses. A principios del XIX, la Península Ibérica fue testigo de la invasión más torpe y efectiva que se recuerda. Torpe porque los españoles se creyeron las mentiras de Napoleón para invadir España y efectiva porque no necesitó esforzarse demasiado. En lo que respecta a Granada, aquella invasión sirvió para dar a conocer la historia de un hombre que antepuso su vida con tal de no poner en riesgo a la Alhambra. De José García, que así se llamaba, no se sabe si era granadino o de cualquier otro lugar de la geografía patria. Lo que sí se sabe es que al menos era inválido. La historia que ha llegado hasta nuestros días dice que perdió una mano y una de las piernas la tenía gravemente herida.

Por eso pertenecía al cuerpo de inválidos del ejército. Un cuerpo integrado por este tipo de personas y destinado a acciones más ligeras en ejercicio que otras militares. Por eso en 1812, durante la guerra de la independencia de los españoles sobre Francia, los gabachos se quisieron tomar su propia venganza contra el patrimonio nacional. De ahí que en buena parte del país se dedicaran a expoliar los objetos de alto valor cultural y económico y en otras zonas hasta hiciesen daño en los monumentos. Uno de los que lo sufrió fue la propia Alhambra. Durante la conquista francesa algunas zonas como la Puerta de los Siete Suelos se vieron gravemente dañadas.

Sin embargo, cuando al replegarse los franceses buscaban hacer daño a todo lo que encontraran a su paso, el reguero de pólvora dejado en la Alhambra para destruirla hizo que un héroe entrase en la historia. Él era José García, el soldado inválido que puso su vida en juego para frenar el reguero de pólvora y evitar que la Alhambra saltase por los aires. Merced a esta heroica acción, el monumento nazarí salió bien parado. Por su parte el soldado no falleció entonces sino que la creencia popular ha explicado que murió 30 años más tarde víctima del cólera.

Pero lo único que murió entonces fue su cuerpo porque su alma sigue habitando la Alhambra defendiéndola más que nadie. Su nombre, casi olvidado, está en la historia de Granada y su hazaña bien le mereció una placa junto a la Alcazaba que recuerda lo que logró.

FUENTE: Blog EL BOLARDO